Cuento sobre las fuentes de energía: ¿Un día más?

Nos situamos en el año 2270 d. C. . La Tierra se haya bastante desprovista de población. A causa del cambio climático, las zonas cercanas a los polos han quedado sumergidas bajo el mar y las poblaciones próximas al ecuador se han extinguido. Ahora solo están habitadas algunas zonas de América, África y Europa central. Oceanía ha desaparecido bajo el agua marina.
Nuestra historia comienza en Berlín (Alemania), el lugar donde se produce más energía del mundo. Los titulares de hoy comentan:
LA ENERGÍA PROCEDENTE DE LA RADIACIÓN SOLAR QUE LLEGA A LA TIERRA AUMENTA EN 100.000 KJ.
La gente aclama por las calles la nueva subida de energía. En la televisión los gobiernos se sienten orgullosos de sí mismos y dan la orden de dar comienzo a construcción de la nueva central solar que ocupará 200.000 hectáreas.
En este lugar la energía es algo primordial. El país cuenta con 16 centrales nucleares, 24 centrales eólicas, 26 hidroeléctricas… A nadie parece quitarle el sueño el hecho de que la mitad de la Tierra haya quedado bajo el mar. Incluso, los gobiernos dicen que es buena señal, que significa que cada vez nos llega más energía del Sol.



Nuestro protagonista, Mac, tiene diecisiete años y en él se ha despertado lo que ellos llaman tecnofobia, una enfermedad que afecta a algunos jóvenes y que se manifiesta cuando estos oyen hablar de la energía, las centrales, el incremento de las temperaturas… les provoca repulsión, nadie sabe por qué, ni ellos mismos lo saben.
Pero Mac es un chico curioso y decide investigar. Si a toda la gente que conoce les parece genial todo lo que se está haciendo con la energía, ¿por qué a él no?
Descubre que en su casa hay algunos libros y lee:
‘‘La energía nuclear se produce mediante fisión nuclear, que consiste en romper el núcleo de un átomo grande para formar dos más pequeños. ’’
No parece nada malo, pero sin embargo descubren que hay varias páginas arrancadas. Coge otro libro y encuentra una explicación sobre la energía eólica, sobre cómo funcionan los aerogeneradores, pero faltan algunas páginas.
-¿Qué ocurre?- se pregunta a sí mismo.
Va a la biblioteca, hay una sección dedicada exclusivamente a la energía y tras hojear algunos libros no encuentra nada especial.
Entonces, decide buscar en Internet. Tras un largo rato va a abandonar porque no ha encontrado nada interesante, cuando se topa con una página titulada: TECNOFOBIA, ¿POR QUÉ?
La página parece estar escrita por alguien que ha sufrido la enfermedad, Mac comienza a leerla, interesado y tras varias horas sin despegar los ojos de la pantalla, descubre qué es lo que le daba mala espina de la masiva producción de energía:
Lo que ha producido la extinción de tantas aves son las centrales eólicas, los accidentes provocados por los aerogeneradores.
La energía nuclear está muy bien, no contamina, pero sus residuos radiactivos están produciendo la muerte de múltiples espacies marinas, ya que se vierten sin protección al océano.
Casi todos los ríos cuentan con embalses y presas, lo que ha destruido numerosos ecosistemas.
Las numerosas centrales térmicas, con su alta combustión, junto con los coches, han provocado un incremento del efecto invernadero, por eso ahora llega más energía del Sol. Además esto ha provocado el deshielo de los polos, con lo que ha subido el nivel del mar y gran parte de la Tierra ha quedado sumergida bajo este.
Mac, tras descubrir esto, no sabe qué hacer. En la página web pone:
‘‘Si alguien lee esto por favor que contacte conmigo. Mi número es: 665213787”
Se dispone a llamar:
- Sí, digame.
- Hola soy Mac, he leído su página. Debemos hacer algo; si es verdad lo que usted dice la especie humana se extinguirá pronto.
- Sí, así es. Los humanos nos extinguiremos y la culpa la tendremos nosotros mismos. Pero ya no hay nada que hacer. Ojalá en el pasado hubiéramos sido más inteligentes y hubiéramos intentado parar el proceso, quizás nos podríamos haber salvado, lo siento chico, pero ya ha comenzado la cuenta atrás.
- ¡Pero espere…!
Habían colgado.
Mac pensó:
‘‘Nuestros grandes conocimientos y nuestros avances tecnológicos han cavado nuestra propia tumba. ”